Hace años, un libro que leí impulsó un cambio profundo en mí, que estaba buscando y necesitando.
La Novena Revelación (The Celestine Prophecy) de James Redfield (Editorial Atlántida) es una novela que muestra cómo establecer conexiones entre los hechos que ocurren en nuestra vida. A mí me resultó especialmente útil ya que me ayudó a desentrañar laberintos internos. El libro trata sobre un antiguo manuscrito confinado en la selva tropical peruana, escondido del mundo, que guarda unas pautas vitales para comprender el tiempo que nos ha tocado vivir y aceptar y controlar el futuro que nos llega. Buscar estas revelaciones supone un alto riesgo, y el camino está lleno de peligros y de aprendizajes.
Las revelaciones van enseñando un tipo de vida más espiritual y menos material. Explica, entre otras ideas, que cuando el ser humano rompe la conexión que lo une con la energía del Universo, que es la fuente principal de su energía, se siente débil e inseguro; que se está produciendo un nuevo despertar espiritual y estar atento a las coincidencias, a los hechos sincrónicos, nos abre al propósito real de la vida humana sobre la Tierra; por qué algunas personas tienden a manipular a otras; que una relación dependiente con otra persona nos lleva a perder la conexión con la energía del Universo porque tendemos a destinar toda la atención hacia aquella otra persona.
La sexta revelación representó un punto de inflexión para mí, ya que cuando leí el libro, estaba abocada a clarificar puntos de mi pasado. Esta revelación trata sobre la herencia parental y los dramas de control (con intimidador, interrogador, distante y pobre de mí o víctima).
Si aún no lo has leído, te lo recomiendo.
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