Este artículo trata sobre conductas reiteradas que nos hacen obtener resultados no deseados, similares a los que lograron otros miembros de nuestra familia o entorno. En la segunda parte, que publicaré en un par de días, te propondré un ejercicio para deshacernos de lo que no es nuestro con el fin de hallar qué es lo que realmente deseamos para nuestra vida y conectarnos con esto.
Hay una conducta que reiteras con cierta frecuencia y que te hace llegar a un lugar indeseado. Tal vez haya algo en ti que te gustaría cambiar, aunque no sepas bien que es, pero sí estás consciente que quieres obtener lo que deseas y no aquello que te perturba. Notas o intuyes que esta conducta de la que no puedes deshacerte fácilmente es aprendida, es heredada de un miembro de la familia, porque te ves a ti mismo mientras sigues las huellas delimitadas por los patrones de comportamiento de esa persona, a tu manera, con tu toque especial. Incluso te has comparado con esa persona en más de una ocasión: «ni mi papá ni mi tío ni yo tenemos suerte en el trabajo», «mi mamá y mi abuelo tienen dolores de espalda frecuentes y yo también», «mis padres se separaron y los hijos de padres separados corren la misma suerte» e ideas de ese tenor.
La manera de relacionarte con gente de tu mismo sexo, o del sexo contrario, tu óptica hacia el trabajo o el estudio, hacia el dinero, la concreción de una familia, se basa en lo que viste, lo que percibiste o lo que te dijeron mientras crecías. Solemos emular los patrones de comportamiento de nuestros padres o de nuestros familiares más cercanos pensando que nos pertenecen. Cabe destacar también que el poder de la palabra es inmenso, y repetir frases ajenas hasta adoptarlas como creencias condiciona nuestro desarrollo personal a lo que otras personas creyeron que era bueno o malo para ellos mismos.
A medida que crecemos
Al ir desarrollando nuestra personalidad, vemos lo que hacen los mayores que nos rodean y tratamos de hacer lo mismo instintivamente. Adoptamos estos modelos como nuestros desde que somos pequeños, y los modificamos para ajustarlos a nuestra propia manera de ver y expresar las cosas, aunque el resultado es el mismo que el que logra esa persona. opiar patrones de éxito suele ser algo muy bueno y positivo, pero cuando la conducta nos lleva a situaciones dolorosas o que no deseamos en absoluto, o incluso nos provoca enfermedades e insatisfacción permanente, nos damos cuenta que ya es hora de hacer unos pequeños arreglos para despojarnos de esta pesada herencia.
Asimismo, imitar las acciones e incluso utilizar las mismas palabras y los mismos conceptos de algún ser muy querido o allegado a nuestro corazón es una manera de honrarlo, de reconocer que lo que hace tiene valor para nosotros. Es asegurarle que nos criaron bien, y también sentirnos seguros por la comodidad de transitar por patrones familiares conocidos.
Si esa persona ya no está entre nosotros, copiar su comportamiento nos hace sentir que mantenemos viva la memoria de esa persona permanentemente. Tal vez no tomemos estas actitudes de manera premeditada o consciente, y ahora que nos damos cuenta que estamos obteniendo el mismo resultado que nuestros padres o tíos, o alguna figura importante, no queramos deshacernos del todo de frases o modelos que repetimos, ya que de este modo mantenemos vivo el recuerdo de quien tanto significó para nosotros.
Lo que sucede es consecuencia de tus actos, piensa que si ya varias veces hiciste lo mismo muy a tu pesar y obtuviste idéntico resultado, que no fue el que tú anhelabas, es hora que transformes tus acciones de manera tal que llegues a otro lugar. No traicionas a ningún miembro de tu familia si dejas de copiar sus actitudes y asumes las tuyas propias, aquéllas que te llevarán a buen puerto, el que tú elijas. En realidad, dejarás de traicionar tus ideales y te conectarás con tus necesidades y objetivos genuinos.
En el momento que le devuelvas a esa/s persona/s lo que les pertenece y encuentres lo que tú realmente deseas, tu relación con ellas cambiará, será más cristalina. Podrás estar a cargo de tus decisiones y de tus actos. ¿Estás dispuesto (o dispuesta) a hacer este gran cambio favorable?
Te propongo que lo pienses, y si la respuesta es positiva, te espero en la segunda parte de este artículo: Patrones familiares mutantes – Parte 2, con un ejercicio que mejorará tu vida.